La tiranía del "bello sexo": un escrutinio implacable
La mujer ha sido desde siempre considerada "el bello sexo", pero nunca ha sido suficientemente "bella".
La mujer es observada y sometida a un duro escrutinio en función de su imagen corporal. Su valía se centra en su apariencia física, convertida en objeto de deseo y valoración, cuyo mérito reside en cumplir los estándares de belleza impuestos. Lipovetsky sentencia: se ha construido el "bello sexo", y la identidad biológica femenina se reduce a características y normas que definen una belleza idealizada.
La imagen de la mujer se asocia, por lo general, a modelos, celebridades e "iconos" que encarnan un ideal de belleza específico: delgadez extrema, juventud perpetua y rasgos alejados de la "vejez". Ser "sexy" se traduce en una combinación contradictoria de delgadez y voluptuosidad, curvas sin celulitis, audacia y recato, juventud sin vejez. La ausencia de cualquier signo del paso del tiempo se convierte en un requisito indispensable para alcanzar el opresivo canon de belleza.


Cualquier desviación se interpreta como una negligencia personal, una falta de cuidado. Y se tacha a la mujer como "persona poco fiable" socialmente, por no haber intentado de mejor forma aproximarse a los objetivos ideales. El mercado se aprovecha de los sentimientos de culpabilidad, bombardeando con mensajes que instan a "cuidarse", cuando en realidad es una invitación a “fabricarse y construirse” según el molde establecido, naturalizado y sostenido en la llamada "tendencia científica".
No es cuidarse, es fabricarse: La mujer está dispuesta a sacrificar su salud en aras de la apariencia, sometiéndose a cirugías dolorosas, medicamentos fuertes, riesgos de infecciones, dismorfias y otras consecuencias nefastas. Todo ello socava la autoestima y el bienestar de las mismas, perpetuando un ciclo de alejamiento de la identidad íntima, con un plus de sacrificio y sufrimiento por alcanzar lo inalcanzable. Como afirma Naomi Wolf, "quitarle la edad a un rostro de mujer es quitarle su poder, su identidad y su historia". No olvidemos que la perfección es solo una quimera.

