En la era actual, donde la libertad de expresión y la diversidad estética son valores fundamentales, resurge un debate en torno a la utilización de prendas que evocan la opresión femenina de antaño. Celebridades como Demi Moore y Kim Kardashian, entre otras, al lucir vestidos que simulan corsé, plantean interrogantes sobre la persistencia de estándares de belleza restrictivos e incluso sobre la verdadera lucha por la emancipación femenina.
El corsé ha sido un símbolo histórico de la opresión de la mujer y ha sido objeto de críticas y debates a lo largo de las décadas. Las primeras generaciones de feministas alzaron su voz contra esta prenda que limitaba la libertad física y simbólica de las mujeres. Como sociólogo y autora del libro "La auténtica sensualidad empieza a los 50", donde trato el tema desde mi experiencia como experta en longevidad y edadismo, puedo afirmar que, a pesar de los avances en la lucha por la igualdad de género, la utilización de prendas, que emulan al corsé en el ámbito de la moda contemporánea, suscita interrogantes sobre si se trata de una elección personal o un retroceso en la lucha por la liberación femenina.
Gilles Lipovetsky plantea la idea de que hemos pasado de la "prisión doméstica" a la "prisión estética". Y la pregunta que surge es la siguiente: ¿por qué, a pesar de los avances feministas, persisten estándares de belleza que evocan la opresión femenina? ¿Se trata de una elección individual o de una imposición social?
Más allá de la estética, el uso de corsés y prendas similares puede acarrear consecuencias negativas para la salud. Las cinturas extremadamente ceñidas que se observan en algunas celebridades no son saludables y pueden generar problemas físicos a largo plazo. Además, perpetúan la idea de que la belleza debe alcanzarse a expensas de la comodidad y la salud.
Las celebridades, como figuras influyentes en la sociedad, tienen la responsabilidad de promover una imagen más saludable y realista de la mujer, alejándose de estereotipos que perpetúan la opresión femenina.
A pesar de los avances logrados en materia de derechos y libertades, la lucha por la liberación femenina continúa siendo una tarea pendiente. La utilización de prendas que evocan la opresión, como el corsé, nos invita a reflexionar sobre la persistencia de ciertos estándares de belleza y la necesidad de seguir trabajando por una sociedad más igualitaria y libre de la idea de que la mujer tenga que ser valorada, deseada y amada en función de su apariencia física.

